Francisco Papa les dejó tarea y reto a los obispos
mexicanos; los puso frente a sí mismos, frente al pueblo mexicano, al país, frente
al poder, frente a su pasado, y les planteó un programa que tendrán que rumiar,
asimilar, discernir. Su discurso del pasado sábado a los obispos mexicanos en
la Catedral Metropolitana de México hay que releerlo y volverlo a escuchar
(ver: http://bit.ly/1TgUg0S y http://bit.ly/20wVi9t), pues será el referente
obligado para el Episcopado Mexicano.
En la primer semana de abril, el Episcopado Mexicano se
reunirá en Asamblea para continuar lo comenzado en la realizada de noviembre de
2015. En esa, comenzó la renovación (o ratificación) de sus consejos de
Presidencia y Permanente (que es cada tres años), así como elaborar su Plan de
Pastoral de los siguientes años. Lo dejaron para la segunda semana de Pascua
(abril de 2016), en espera de la visita del Papa, y sobre la que ahora ya
tienen línea: “les ruego no caer en la paralización de dar viejas respuestas a
las nuevas demandas”, y “superar la tentación de la distancia y del
clericalismo, de la frialdad y de la indiferencia, del comportamiento triunfal
y de la autoreferencialidad”.
Francisco Papa les puso a los obispos una medida muy alta
que implicará (en lenguaje bíblico) una metanoia: cambio radical y profundo de
pensamiento y de ruta, conversión (“subrayo conversión pastoral”, dijo), o de
lo contrario, cualquier plan o propuesta con la que respondan los obispos será
retórica. “¡Ay de ustedes si se duermen en sus laureles!”.
El discurso-mensaje programático de Francisco Papa hay
que “leerlo” en códigos eclesiásticos y pastorales; supondrá “nuevos obispos”, muy distintos a los
que en su mayoría estamos acostumbrados a ver, actuar y escuchar; implicará
obispos que escuchan y sobre todo “miran” al pueblo, no al poder y con
“acuerdos bajo la mesa”; transparentes, obispos libres e independientes.
El Papa se irá el próximo miércoles, y la pregunta para
los obispos es: ¿quién o quiénes liderarán lo que sigue?
Así que, en el momento del “solo episcopi” durante la
Asamblea de abril próximo: “Si tienen que pelearse, peléense; si tienen que
decirse cosas, se las digan; pero como hombres, en la cara, y como hombres de
Dios que después van a rezar juntos, a discernir juntos. Y si se pasaron de la
raya, a pedirse perdón, pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal”.
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