La reforma promovida por Francisco Papa desde el
interior, desde el corazón de la Iglesia, y hacia toda la Iglesia va en curso,
y para sorpresa de muchos, se abre al conocimiento público. No es cosa menor,
estamos hablando de la reforma de una institución de dos mil años, con
historias palaciegas, de luchas intestinas, donde el poder religioso, político
y económico se entrecruzan, y en muchas ocasiones parecen no distinguirse.
La agenda de Francisco Papa sobre la Iglesia católica
tiene su origen en la renuncia de Benedicto XVI y su elección como Obispo de
Roma, quien “preside en la caridad”, primus inter pares de todos los obispos
católicos (28 de febrero y 13 de marzo de 2013, respectivamente) y va en dos
líneas: reformar la estructura con la que desarrolla el ejercicio petrino
(sucesor de Pedro), es decir, la Curia Vaticana; e impulsar un nuevo espíritu
evangelizador en todas las iglesias locales, que requerirán como la Curia
Vaticana, una reforma en su estructura y ejercicio episcopal, surgiendo desde
la base de sus estructuras locales: las parroquias.
La reforma de la Iglesia está en un punto crítico surgido
desde dentro: la fuga, filtración de documentos (Vatileaks 2) surgidos de la
investigación ordenada por Francisco Papa sobre las finanzas y patrimonio del
Vaticano. Dinero-Iscariote, un binomio que está en los orígenes de la traición
al interior de la Iglesia.
“Yo mismo había pedido que se hiciera ese estudio y mis
colaboradores y yo, ya conocíamos bien aquellos documentos. Y se tomaron
algunas medidas que comenzaron a dar frutos, incluso algunos visibles
[detención del sacerdote Luis Ángel Vallejo Balda y la seglar Francesca Inmaculada Chaouqui; y la publicación de los libros “Via crucis” y “Avaricia”, basados en los documentos filtrados]. Por
esto quiero asegurarles que este triste hecho ciertamente no me desvía del
trabajo de reforma que estamos llevando adelante, con mis colaboradores y con
el apoyo de todos ustedes”, dijo ayer Francisco en el tradicional rezo del Angelus en la Plaza de San Pedro.
Esta historia aún no termina. La reforma en y
desde las entrañas de la Iglesia apenas comienza; las resistencias aumentarán; y
aún faltan las reformas en las Iglesias locales, para lo cual se requieren
“Franciscos”, no “príncipes” ni “carreristas”.Luis Ángel Vallejo |
Francesca Chaouqui |
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