Rubén Alonso
José Francisco Cardenal Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara |
El pasado 7 de febrero, José Francisco Cardenal Robles
Ortega (Mascota, Jalisco, 2 de marzo de 1949) cumplió un año de asumir la
conducción de la Arquidiócesis de Guadalajara, luego de que el papa Benedicto
XVI lo preconizó para dicha Iglesia particular un mes antes, trasladándolo del
Arzobispado de Monterrey, Nuevo León.
Desde fuera, lecturas sobre su actuar público se han
reducido para tratar de ver en él desde vínculos con el nuevo Ejecutivo Federal,
Enrique Peña Nieto, asegurando algún vínculo con el Grupo Atlacomulco en el
Estado de México, sólo por el hecho de haber estado como obispo en Toluca
durante casi doce años, pero sin mostrar algún elemento que así lo sea; o bien,
realizar contrastes con su antecesor, Juan Cardenal Sandoval Íñiguez, en
particular su personalidad (estilo de conducirse en público y ante los medios).
Robles Ortega, en Guadalajara, forma más bien parte de un
movimiento de política eclesiástica, de contra pesos al interior del EpiscopadoMexicano (CEM). De Roma vino lo que a Roma fue (su promoción a Guadalajara). El
Episcopado, en cambio generacional luego del Pontificado de Juan Pablo II,
cambia de estrategia para atender asuntos nacionales que están en su agenda:
educación, avance de nuevos grupos religiosos y medios de comunicación.
En el Episcopado cambian de centro gravitacional, como ha
sucedido en momentos cruciales de la historia mexicana, sacando a la ciudad de
México, con su arzobispo titular, al punto de atención. Esto se muestra al
volver en el titular de Guadalajara la presidencia del propio Episcopado, con
lo que se busca una nueva integración de obispos, más que una cabeza. Así como
en la Iglesia el Papa es primus in pares con todos los obispos del orbe
(primero entre iguales), en los episcopados locales se da algo similar (aunque
no en el sentido del Obispo de Roma, con implicaciones teológicas y
disciplinares).
Por otra parte, y con mayor intensidad y atención, está
la agenda local de Robles Ortega hacia la Iglesia tapatía, con implicaciones
externas. En su primer año de gobierno pastoral ha realizado poco más 250 nombramientos-cambios, desde asesores
eclesiásticos en grupos laicales, párrocos, vicarios, capellanes, renovación
del Consejo de Asuntos Económicos, rector del Seminario, secretario Canciller.
Ahí está el perfil, estilo, gobierno, agenda del nuevo arzobispo. Pero eso,
amerita otro espacio.
Twitter: @jrubenalonsog
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Interesante análisis, esperamos el próximo. Saludos.
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