Michoacán, como Guerrero y Tamaulipas, son emblemáticos
en México por los altos índices de violencia, de sangre derramada ante una
violencia desatada que parece no tener salida: aunque no son los únicos. Y como
si fuera para poner el dedo en ese renglón, Francisco Papa eligió al arzobispo
de Morelia, Alberto Suárez Inda, para ser cardenal, y con su revestimiento
escarlata resaltar el símbolo que dicho talar clerical representa: la sangre;
esto a pesar de que el arzobispo está por cumplir 76 años de edad (30 de enero)
y en víspera de ser emérito.
Ayer se anunció la designación personal de 20 nuevos cardenales, no quince como se esperaban; quince
electores y cinco no electores (pues superan los 80 años de edad). Con los
quince electores, se supera en cinco el número de 120 que establece la
Constitución Apostólica Universi Dominici gregis, para
participar en Cónclave la elección de un pontífice en caso de Sede Vacante. En
el transcurso de 2015, cuatro de los actuales cardenales llegarán a los 80 años
de edad y por ende excluidos de un eventual Cónclave.
Pero esa no es la única función de un cardenal, aunque sí
la principal. Ellos colaboran con el Papa en el gobierno de la Iglesia como un
especie de "senado"; aunque ahora, Francisco Papa cuenta con un
Consejo de ocho purpurados , con quienes estudia la reforma de la Curia Romana o Vaticana. Por cierto, tras el consistorio del próximo 14 y 15 de febrero, en
que los nuevos purpurados reciban su birrete y anillo en el Vaticano, todos los
cardenales del mundo se reunirán para conocer y analizar los avances de reforma
de la Curia.
De los 125 cardenales electores 27.2% fueron promovidos
por Juan Pablo II, 48% por Benedicto XVI, y por Francisco 24.8%.
Francisco reforzó la línea emprendida por Benedicto XVI
de comenzar nombrar cardenales de Iglesias sin tradición cardenalicia, es
decir, rompe la regla no escrita de sedes cardenalicias. Eso explica por qué el
arzobispo de Monterrey, Nuevo León, Rogelio Cabrera, no fue elegido para dicho
cargo. Y de continuar esa tendencia, el arzobispo de Tlalnepantla, Carlos
Aguiar, de quien dicen, aspira un birrete escarlata, ni sucediendo a Norberto Rivera Carrera en la Arquidiócesis Primada de México, lo obtendría.
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