El año que termina fue intenso para México. De manera
particular, observo dos dimensiones que nos han marcado social y políticamente:
un conjunto de once reformas como el cambio requerido y necesario, y la
violencia que ha puesto en jaque al sistema, instituciones, a la sociedad.
Estas “dimensiones” están abiertas, en proceso, e incidirán en 2015.
Reformas: Energética, con un futuro incierto ante el
mercado del petróleo, donde ni rematando la exploración, explotación y
distribución de gas y petróleo, se ve claro. Mientras, el próximo jueves
amaneceremos con un incremento del 3 por ciento a las gasolinas y sus efectos;
la prometida reducción de la energía eléctrica no se ve para cuándo.
En telecomunicaciones, amaneceremos el año nuevo con la
eliminación de tarifas de larga distancia, pero el acceso barato y bueno a
Internet, ni en sus luces; eso sí, gran negocio en ello para unos cuantos.
En lo electoral, a prueba la reforma centralista y el
nuevo INE, con entidades críticas como Guerrero y Michoacán, por lo pronto; en
transparencia, a la espera de una Ley General en la materia y el comienzo de
procesos de adecuación y renovación de órganos locales de acceso a la
información.
De las otras reformas, competencia económica, financiera,
laboral, educativa, hacendaria, amparo y nuevos procedimientos penales, tal
parece que sólo han tocado las formas, no las estructuras. Si no, véase a la
educativa.
Respecto a la seguridad: la violencia tiene sus casos
referenciales en Tlatlaya y Ayotzinapa-Iguala, que propiciaron la toma de
calles y toma de consciencia de que la situación es más que una estadística de
ejecuciones continuas y contabilizadas. Las víctimas tomaron rostro,
dejaron el número de la ignominia más de
22 mil desaparecidos.
El próximo año comienza con frentes abiertos que nos
ponen a prueba a todos, pero se visibilizarán en nuestras instituciones, en
nuestro pacto social. El proceso electoral federal y 17 procesos locales en
marcha serán el crisol para todos, pero la carga estará en quienes ya se
aprestan y mueven a participar en la obtención de un espacio de poder público.
Los partidos políticos, mal necesario en el sistema
político-social-electoral de nuestro México, requieren de una vuelta hacia sí
mismos. No pueden salir a la calle con candidatos impresentables, ni pedir un
voto de confianza cuando la responsabilidad de lo que ha sucedido surge de
ellos y los atraviesa.
Enfrentemos 2015.
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