De los registros para el Itei



Observadores y legisladores en el registro de candidatos para el Instituto de Transparencia

El pasado viernes se cerró en el Congreso de Jalisco el periodo de registro de aspirantes a consejero presidente del Instituto deTransparencia e Información Pública (Itei). Fueron 22 personas. De los aspirantes, 18.2 por ciento son mujeres; una tercera parte trabajaron o forman parte del Itei, y una quinta parte fueron titulares o lo son de Unidades de Transparencia e Información; y destaca de manera especial que del total, una quinta parte son ciudadanos “a secas” (como el resto), pero que no han tenido ni tienen vínculo con alguna institución pública gubernamental como empleados, titulares de algún área e incluso asesores.
Noticia de cierre de registro fue que a pesar de que el pleno del Congreso rechazó su ratificación, el presidente saliente se registró: o es obcecado, o el orgullo lo lleva a exponerse inútilmente al rechazo público, o alguien “le habló al oído” para decirle que sí tenía posibilidades con la consabida contraprestación inconfesable. Sólo él tiene la respuesta. Pero por lo público de su función y quehacer, es evidencia de ese adagio latino de la Universidad de Salamanca: “Quod natura non dat, Salmantica non præstat” (“Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo otorga”: Cuatro años de pena ajena, cuatro años de involución en acceso a la información, cuatro años de verlo deambular segregado en espacios públicos (¿y él quién es y qué hace?, se podía escuchar); cuatro años en que anuló el derecho de acceso a la información (más no lo arrebató, pues irónicamente eso favoreció a una mayor consciencia de ese derecho, pues ante la oscuridad la luz se aprecia mejor). Llegó a dirigir el Itei por un sorteo (inducido), se mantuvo en él ante la falta de lo mínimo de dignidad ante el reclamo ciudadano de su renuncia, y ahora insiste. ¡Eso sí que es consistencia…! O diría mi abuelo: “Ni vuelto a fundir… se compone”.
Pero bueno, el todavía presidente del Itei es uno entre 22 aspirantes, quienes tienen ante sí no sólo pasar los requisitos, sino los “filtros” del juego perverso para ser finalistas. El proceso en su forma es muy observado, pero no regula el fondo que pasa por la dignidad de las personas: el desfile para citas, entrevistas personales dentro y fuera del Congreso, con actores incluso ajenos al proceso, y con algunos casi hay que doblegarse para recibir de ellos un placet o al menos no ser vetado.


Fuente: Milenio-Jalisco
20 de mayo de 2013

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