Un Congreso a modo de diputados


Fuente: Milenio-Jalisco
22 de octubre de 212

Apuntes

Un Congreso a modo de diputados

Rubén Alonso

Entre 1995, año de la alternancia en Jalisco, a 2012, segunda alternancia, hemos tenido seis legislaturas. La alternancia en el Poder Legislativo desde entonces se ha caracterizado porque ningún partido ha tenido la mayoría absoluta del Congreso y hemos caminado, como en 2000 Alonso Lujambio diría, “poder compartido”, de tal forma que la responsabilidad también ha sido compartida entre las fuerzas políticas y actores que han integrado las distintas legislaturas. El Poder Legislativo en Jalisco dejó, desde entonces, ser monocromático.

Durante ese lapso de tiempo el Poder Legislativo ha operado con tres Leyes Orgánicas. Entre 1996 y enero de 2004, la ley vigente desde 1972, registró 28 reformas en siete años (cuatro en promedio cada año); en los 24 años previos de vigencia, dicha ley registró 14 cambios, 1.7 en promedio por año. La monocromía y control de un solo partido, el PRI, en la integración del Congreso puede explicar esa “estabilidad” legislativa.

Entre la alternancia legislativa de 1995 y 2004, ya con un Congreso multifacético, diverso en sus integrantes partidistas, la ley registró 28 cambios 3.5 en promedio al año. Sin duda una expresión de la adecuación del marco jurídico, el que marca las “reglas del juego” en el Congreso, para su nueva integración y funcionamiento.

La LVI Legislatura (2001-2004), para adaptar el marco jurídico del Congreso a los nuevos tiempos, en mayo de 2003 aprobó una nueva ley que entraría en vigor el 1 de febrero de 2004, con la LVII Legislatura. Sin embargo, dos diputados electos, Salvador Cosío y José María Martínez, en cuanto entraron en funciones en febrero de ese año, promovieron y presentaron una nueva ley, y que el pleno aprobó el 6 de febrero y entró en vigor al día siguiente.

A partir de entonces, estimo, el manoseo del Congreso se intensificó hasta llegar al cinismo. Este manoseo del marco jurídico del Poder Legislativo es una evidencia del uso patrimonialista de ese Poder; casi hasta decir: se adecua la ley para “legalizar” las fechorías.

Esta nueva ley, entre 2004 a 2012 ha registrado 44 cambios; 5.5 en promedio cada año (sin considerar las seis “fe de erratas” –hasta en eso se nota el bajo nivel–).

Los integrantes del Congreso han hecho de este Poder un botín, el cual adecuan a modo en cuanto se toman consciencia, al ser llamados por otros: diputado(a).
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