Manifestación de Taxistas en Guadalajara. Fuente: www.milenio.com |
El servicio de transporte privado Uber es más que el uso de
tecnología individualizada y personalizada; es más que una presunta competencia
desleal frente al servicio de transporte público regulado mediante concesiones
por el Estado. Con Uber, estamos ante el punto de quiebre del modelo del
servicio transporte público.
Uber, con tecnología, se basa en un esquema de prestación
de servicios interpersonales, en el que particulares acuerdan un servicio bajo
reglas establecidas en información que favorecen un elemento fundamental:
confianza; pues el usuario decide con antelación el servicio, conoce la tarifa
(no la negocia y resulta más competitiva), identifica con anticipación al
prestador del servicio, y el oferente se mueve con las mismas reglas, basadas también
en la información que le dan confianza. La calidad y competencia del servicio
se construye en Uber con antelación y apoyándose en la tecnología, tocando con
la competencia y calidad lo inexistente en el servicio público concesionado de
taxis.
Uber, por otra parte, ha evidenciado un sistema fuera de
control por parte del Estado: reducidos grupos tiene el control del servicio concesionado
de taxis; monopolios, mediante agrupaciones sindicales, con el acaparamiento de
permisos en ruleteros, en sitios de la ciudad, aeropuerto y central camionera, son
la llamada “parte afectada”, usando al trabajador del volante y haciéndoles
ver, forzadamente, que son víctimas de los “uberianos”, cuando la maquinación
del mal está en la cabeza del gremio, con la complacencia e incompetencia del
Estado.
Las normas del sistema público de transporte regulan un servicio
concesionado a particulares, y éstos se han impuesto. Están en juego negocios en el que participan políticos de
tiempo, armadoras y concesionarias de automóviles.
El ya conflicto taxis-Uber exige más que declaraciones
que apuesten al uso de tecnología. El asunto exige revisar el modelo de
prestación de servicio público y privado de transporte individualizado y
personal. El modelo de concesión puede estar llegando a su fin.
El tema exige ver más allá del conflicto, pues luego
veremos situaciones similares en otros frentes, como educación y salud, pues la
tecnología favorece la individualización y personalización de los servicios,
donde el Estado está quedando desfasado y rebasado.
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