Cynthia Cantero, nueva presidenta del Instituto de Transparencia e Información Pública del Estado de Jalisco |
Jalisco ya tiene su cuarta “Ley de Transparencia”, medio necesario para que cualquier ciudadano pueda ejercer su derecho a la información y la autoridad pública, lo respete, lo garantice, lo promueva y sea abierto, transparente, con lo que se propicien condiciones para la participación ciudadana y la rendición de cuentas. A la par, esta nueva cuarta versión coincide con una tercera etapa del órgano promotor y garante del derecho a la información, el Instituto de Transparencia e Información Pública, luego de Augusto Valencia, Jorge Gutiérrez y ahora con Cynthia Cantero. Y la pregunta es: ¿qué sigue?
En once años y medio la “ley de transparencia” ha estado en la agenda pública, desde que en mayo de 2001 la fracción del PAN presentó la primera iniciativa en este tema, lo secundó el PRI en el mes de junio de aquel año, y ahora de manera activa está Movimiento Ciudadano. Pero nos hemos centrado demasiado en la norma, en la letra de la ley, preocupándonos, estimo, en demasía sobre ello. Incluso, a escala federal ha sucedido lo mismo. Y no es para menos, pues la norma abre o cierra, limita o promueve, conculca o garantiza.
Pero ya es tiempo de centrar nuestra atención en la construcción de gobiernos abiertos, transparentes, que rindan cuentas. Hay que pasar de los dichos a los hechos y poner a la norma, como a los órganos garantes en su propio lugar, incluso, no esperar mucho de ellos.
Y pongo esta reflexión que en otros momentos se ha dado entre periodistas, profesionales que dependen para su ejercicio profesional del acceso y difusión de información.
¿Sirve la ley a estos periodistas? Sí y solo si recurren a ella para indagar, buscar inteligentemente y a largo plazo. No para hacer la nota del día; sí para verificar y contrastar información; sí para armar rompecabezas. Sí en tanto es una herramienta más, una fuente más, para el acceso, disposición de información. Los mejores reportajes, los de profundidad, no han dependido de leyes de transparencia. Quien busca información no depende de esas leyes, aunque sí puede facilitarle o dificultarle su acceso y disposición.
Esto mismo aplica para construir sociedades democráticas, gobiernos abiertos que rindan cuentas.
¿Qué sigue? Precisar públicamente qué haremos con esta ley y con el órgano garante, explorar, imaginar, construir otros mecanismos y actores. Esta historia apenas comienza.
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