Hoy se cumplen 35 años de la homilía que selló la muerte-martirio, en San Salvador, de monseñor Óscar ArnulfoRomero y Galdámez (15/08/1917-24/03/1980), arzobispo de esa ciudad
centroamericana. Al día siguiente, Romero cayó muerto mientras celebraba otra
Misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia, de San Salvador,
cuando un francotirador de los Escuadrones de la Muerte al servicio del Estado le
disparó al corazón.
El próximo 23 de mayo, Romero será "proclamado"
oficialmente como un Santo, aunque por ahora reducido su culto a un ámbito
geográfico específico. Será una ceremonia muy significativa, que recogerá lo
que aún sin ella, desde antes, lo es para el pueblo salvadoreño: Romero, es
"San Romero de América".
Su proceso de beatificación, que llegó a la etapa de
escrutinios al Vaticano en 1997, fue lenta y tortuosa. A la par de una
indagación de su vida personal, comunitaria, sus escritos, homilías, la CIDH de
la OEA investigó su asesinato con una Comisión de la Verdad.
En el Vaticano el caso enfrentó resistencias como la viday palabra de Romero. Ahí llegó todo, incluso de manos del propio
Romero a Juan Pablo II. Una experiencia desoladora y documentada que testimonia
María López Vigil en Confidencial.
Con Francisco Papa, en otro contexto social y político, pero
sobre todo una mirada libre de la realidad, se aceleró el proceso. El pasado 9
de enero, la comisión teológica de la Congregación para las Causas de los
Santos determinó por unanimidad que Romero fue asesinado por odio a la fe, y el 3 de febrero el Papa aprobó el decreto de su martirio con el que será beatificado.
La muerte-martirio de Romero, además, antes de su beatificación
llevó a la ONU a declarar el 24 de marzo como el Día Internacional del Derechoa la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas.
Como beato-modelo, Romero es referencia-prototipo
para quien quiera ser obispo que lleve la "mitra en el corazón", no
en la cabeza; con olor a "ovejas" pues camina con ellas en la "periferia",
"abajo", diría Francisco Papa.
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