Este mes se cumplen 15 años del restablecimiento de las
relaciones diplomáticas entre los estados Mexicano y Vaticano. La Iglesia no ha sido ajena a
ello, ni mucho menos del contexto que ahora vive México en 2007. Las palabras
de monseñor Dominique Mamberti, Secretario para las Relaciones con los Estados
de la Santa Sede
en la basílica de Guadalupe el pasado 4 de octubre ante el Episcopado Mexicano,
marcan dos posicionamientos públicos que resaltaré.
1. “Si Jesús fuera un profeta o taumaturgo dedicado a la
administración, a la planeación o a la mercadotecnia, la Iglesia no sería más que
el ‘partido de Jesús’, no sería más que una secta que busca personas afines a
ella. Sin embargo, Jesús no ofrece nada de esto ni en su persona ni con su palabra.
Cristo no es el fundador de un partido, de una secta o de una élite más o menos
aristocrática. No es un hombre en campaña buscando prosélitos o trabajando por
reclutar seguidores”.
Con esto, el legado pontificio para el aniversario de los 15
años del restablecimiento de relaciones Iglesia-Estado en México, pone freno a
la pretensión de algunos laicos que buscan el cobijo y bendición de sectores de
la Iglesia
católica en México para la configuración de una nueva expresión política, en
particular el Movimiento de Participación Solidaria. Pero también es una
llamada de atención a los sectores internos de la Iglesia tentados por la
idea de contar con una fuerza política a modo.
2. “El reconocer el derecho a la libertad de culto y de
creencia de todos los mexicanos es una dimensión constitutiva de un auténtico estado
de derecho que busca servir a la nación mexicana en uno de sus aspectos más
entrañables y esenciales. Este avance no puede ser soslayado, pero tampoco puede
ser considerado el arribo a un punto límite que no pueda ser madurado y
profundizado”, dijo también Mamberti.
Hay avances en materia de libertad de culto, pero falta, se
puede resumir, y ahí se abre la agenda de la Iglesia católica en México: espacios en medios de
comunicación. Para la Iglesia
católica, los medios de comunicación son prioritarios, pues cada día ve que se
cumplen sus presagios: grupos religiosos no católicos cubren el terreno mediático,
así como las casas y las calles con merma de fieles.
En desamparo quedarán los del nuevo partido, y por los
medios está la batalla.
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