Sobre la mesa de la agenda pública-política del Congresodel Estado está la participación ciudadana. Cuatro iniciativas, con tres orígenes,
anticipan un amplio e interesante debate, para incorporar figuras que van desde
la revocación de mandato, presupuesto participativo, gobierno abierto, los
requisitos para las ya existentes como plebiscito, referéndum e iniciativa
popular, e incluso para candidaturas independientes.
El PAN puso el 26 de noviembre de 2015 sus cartas sobre
la mesa; le siguió la Comisión de Participación Ciudadana el 3 de diciembre
siguiente, haciendo suyo las propuestas de Haz tu Ley y el Observatorio Legislativo en Tlajomulco y Guadalajara; luego el PAN amplió el alcance al
proponer que la revocación de mandato llegue a la Constitución Federal y así
evitar que se repita la historia de Chihuahua y Michoacán, donde la SCJN declaró
inconstitucional esa figura al no estar en la Carta Magna; finalmente, le entró el Gobernador con su iniciativa del 25 de enero, con figuras de participación
iguales, pero añadiendo otras como gobierno y cabildo abierto, así como juntas municipales.
Se tratan de figuras desde quien ejerce el poder público
para que la ciudadanía "participe", con lo que se abren mecanismos legales
con los que la autoridad interactúe e incluso se someta al poder ciudadano; sin
embargo falta en ello un mecanismo que opere como llave desde la lógica ciudadana,
la cual debe presuponer y reconocer un ejercicio libre y en libertad de
participación.
Los mecanismos de participación ciudadana tienen alto riesgo
de perversión cuando son concebidos, diseñados y operados desde el poder público,
provocando la "domesticación de la participación": entre más se pretende
cubrir toda forma de participación, se excluyen otras, sobre todo porque la
participación debe partir y encuadrarse desde la libertad. Esto, en parte le ha
sucedido al derecho de acceso a la información: en contra del principio de que
todo es público, salvo lo reservado temporalmente y la protección a datos
personales, se amplía un catálogo de información que desde la lógica del poder se
convierte en la única información obligatoria, acotando el principio de máxima
publicidad.
La autoridad requiere de instituciones abiertas
a la participación, pero con mecanismos maleables y flexibles a las necesidades
de la ciudadanía, no a la de los grupos de poder público.
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