La Iglesia se viste de rojo


Rubén Alonso


Colegio de Cardenales

De un hombre vestido de rojo saldrá uno de blanco antes del próximo 24 de marzo.  Se trata de la elección más particular y antiquísima de la historia, que ha transitado de lo más simple a lo más complejo: la elección de un Papa, bajo la premisa de que será el obispo de Roma, sede donde ejerció su ministerio y murió Pedro, el elegido por Jesucristo para ser “piedra” de la nueva comunidad; “primus in pares” (primero entre iguales) de la Iglesia católica y Jefe de Estado del Vaticano.
Reservada la elección a cardenales, hombres seleccionados por papas en funciones como reminiscencia los colaboradores del obispo de Roma en los primeros siglos de cristianismo y obispos “vecinos” de Roma, son una versión de “senado” o “consultores” de la Iglesia.
A partir del Papa Bueno, el beato Juan XXIII (1958-1963), el Colegio de Cardenales adquirió un rostro más representativo de las naciones donde está presente la Iglesia católica en el mundo. Mientras para la elección de Pío XII (1939) el Colegio Cardenalicio estaba integrado por purpurados de 17  naciones, con Juan XXIII al final de su pontificado lo formaban hombres de 39 países. Ahora, para elegir al sucesor de Benedicto XVI, la representatividad de naciones llega a 66 países.
Esto tendrá efectos en el Cónclave que comenzará en los próximos días: primero diversidad, pues el 64.3 por ciento de los cardenales electores no vive Roma, no forman parte de la Curia Vaticana.
A lo anterior, habrá que sumarle otro dato fundamental que abona al “desconocimiento mutuo” entre los electores: 67 cardenales (58.3 por ciento), de los 115 fueron promovidos al cardenalato por Benedicto XVI; no tienen más de seis años con esa función y por ende será el primer cónclave en que participen.
Por ello se explica que los “papables” sean muchos, y que las “preferencias” cambien constantemente. En los próximos días, ya con todos los cardenales reunidos en el pre-cónclave en Roma, las candidaturas públicas se moverán más.
La Sede Vacante tras una renuncia tomó por sorpresa a los grupos vaticanos. No es lo mismo prever una sucesión cuando un Papa se va menguando por la edad, fortaleciéndose el control en quienes operan, que armar una sucesión antes de tiempo.
Es por ello que a diferencia de cónclaves pasados, que no pasaban de dos días, la siguiente elección papal supere los tres días. La Iglesia vestida de rojo, vive lo inédito.

Twitter: @jrubenalonsog


Fuente: Milenio-Jalisco
4 de marzo de 2013
URL: http://jalisco.milenio.com/cdb/doc/impreso/9174086

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